Empezamos desde cero, desde la generación cero. Un montón de niños grades, que se les fue arrebatada la oportunidad de “madurar”, jugaban lo mismo de siempre pero se aburrieron, las viejas leyes fueron las primeras víctimas de la información, fácil, quieren divertirse: ¡nuevo juego y nuevas reglas!
Dimension 63
Proclives a la confusión en la ciudad del tiempo.
martes, 26 de noviembre de 2013
Mi generación
Empezamos desde cero, desde la generación cero. Un montón de niños grades, que se les fue arrebatada la oportunidad de “madurar”, jugaban lo mismo de siempre pero se aburrieron, las viejas leyes fueron las primeras víctimas de la información, fácil, quieren divertirse: ¡nuevo juego y nuevas reglas!
miércoles, 26 de diciembre de 2012
María y José
Sí niña, lo decidiste, cantaste la dichosa canción de la despedida, que buena broma. Te vigilaré ici et là. Por ahora huele a rencor, pero si eres inteligente volarás y quizá danzarás. Por ahora huele a yugo, pero no preferirías haber sido ultrajada. Sí tiene sentido esta impresión de bribabira. Aún así, hasta la más guapa se tira pedos en el elevador y ahora no quiero decirte a qué huele. Es un laberinto fortuito, hay premios en cada sala, pero la salida está cubierta por una especie de tortuosidad caminante. Alguien tenía un caracol llamado Leopoldo que aplasté y me fui corriendo. De nuevo la impresión de bribabira es confusa, pero al final recobra el sentido y volvemos a escuchar a Penélope, a Iemanja, a Margo. Den vuelta al esquema; que si debes sentarte con las piernas cerradas, que si la espalda recta y sin que se mueva el libro, y las cucharadas pequeñas y nada de mirar a otros lados.
Pero el libro siempre cae, no lo cierres, no lo cierres. Profesora, unas niñas se metían el lápiz, llaman a sus papás y las castigan por putas. Era el diablo que las corrompía, no, fue ella, sáquenla de la escuela. En estos tiempo todo es impersonal, papá, mamá: me echaron de la escuela. A tu cuarto y no salgas. Lo intentaron; no pudieron tener más hijos. Educación en casa, Mamá, me duele el pecho por la tos, qué me tomo. Uno más paciente que otra. Aprendes algunas curiosidades en casa, inútiles por falta de práctica. Las otras niñas no debían juntarse conmigo por que era el diablo. Olvida cómo hablar. Ou revoir idiota; adiós Madre, voy a la escuela.
La madre se rompió la madre, está bien escrito, pero solo por un tiempo. Dentro de casa el mundo es pequeño, la hora de comer es a las dos y media en punto, pero fuera de casa no. Allá hay muñequillos de felpa y nada se rompe, porque todo es chatarra. A mediados de siglo la estética popular recae en los obtuso del desorden. El caos formado por cumplir cualquier regla se abastece con la gente sobreviviendo, pero nadie baila.
De pronto algo que brilla se muestra, atrapo un pequeño paracaídas, un león perdió sus dientes. Compartimos una historia que no tiene discursos. Es curioso que cuando se decide seguir el juego algo se derrumbe, entonces deja de ser juego. Bellas manos en acción; hoy fabrican figuritas de plastilina. Aunque no seas el padre de dios, tendrás que obligarlo a manifestarse. Con sangre coagulada vamos a construir un altar, con cabellos quemados y un vientre llevaremos a cabo la purificación la ciudad del tiempo. Nadie ha dicho que debería ser de otra manera. No me sueltes, que caeré al pozo y necesitaré compañía, y mientras peor parezca, un mayor bien te espera.
María
martes, 21 de agosto de 2012
Odipecia (Sexta parte)
Él escapa cada que puede ser útil. Todos me observan como esperando algo, en realidad esperan algo. Odio que me miren así, apostaría que pueden escuchar mis pensamientos. Reviso mi mochila y encuentro hojas de papel que nadie, excepto ellos, podría distinguir de la basura. Extraigo las hojas adornadas con mi horrible letra y me son arrebatadas.
--¡Excelente!-- festejando el filósofo 9 --Lo consiguió, es el número 47, podríamos deducir el resto--
--Tu a tort,-- Creí que no la volvería a escuchar --Ce sont des lois complètement essentielles-- me pregunto qué hace aquí --Elles sont le minimum qui décrit les immortels-- Se muestra desde la penumbra como en las películas de suspenso --Je t'ai montré hier-- Margo.
Apuesto que no tienes ni idea de lo que están hablando. Llevan años buscando unas leyes escritas por los inmortales; unos pensadores ligados en el espacio-tiempo, entre ellos un pitagórico, o tal vez el mismo Pitágoras. Sí, después de una larga discusión descifraron un salto evolutivo inducible, aún no sabemos si se detona genética o socialmente. Lo fijaron en 63 leyes ordenadas e independientes y un método, y lo colocaron en manuscritos de cada época, en forma de acertijo para garantizar su aplicación, llegado el momento.
Consternado, dice José --El último sitio de ideas de la ciudad del tiempo fue clausurado cuando por fin construyeron a dios-- Un haber carente de conciencia, omnipresente y casi omnisciente --Allí albergaban secretamente el último ejemplar de un tomo italiano, mismo que contiene el siguiente acertijo-- está preocupado, los almacenes sitio de ideas fueron trasladados a unas inmensas bodegas flotantes en Oceanía, no se preocuparían por la integridad de un libro ilegible roído por los siglos.
Ahora me haces recordar, vuelven las preguntas y el dolor de cabeza. Ahora rehuyes, los inmortales no te dejarán en paz hasta que cumplas la encomienda. Los inmortales no me molestaron hasta que apareciste. La culpa es de quien cree en la verdad. Eres una idea de grandes aspiraciones y de poco alcance, deseas enloquecerme.
Margo voltea hacia María --C'est ton tour-- ella debe descifrar el acertijo número 48, por supuesto José irá con ella...
lunes, 14 de noviembre de 2011
Odipecia (Quinta parte)
Grito mecánicamente ¡Un burbanfa define el fin del camino y vuelta! De nuevo ¡Un burbanfa define el fin del camino y vuelta! ¡Y quien relata escribe lo que digo! ¡Un burbanfa define el fin del camino y vuelta! Pero se pronuncia ¡Un burbanfa definel findel camino y vuelta! Y recuerdo al escritor que ha olvidado hablar del árbol con cara de puerta, pero él me recuerda que eso es lo siguiente que diré.
Pues sí, conozco el lugar, reconozco el burbanfa y también el árbol con cara de puerta que sonríe y saluda, y que se abre despacio para nosotros. Mi compañero no lo piensa dos veces y entra. Estoy a la expectativa frente a un árbol que sonríe como estúpido y no diviso sus alargados frutos de color naranja. Doy un paso adelante y medio hacia atrás, y nuevamente, esta es la forma que a veces describe la variedad de las verdades. Dentro, y mientras bajo las escaleras en penumbra, recuerdo mi miedo, aunque no me acongoja, estoy en un laberinto, pero no cualquiera, es mi laberinto. En el duodécimo comedor hay una reunión.
-El plan dice que es la hora del desayuno, pero la ocasión amerita una cena, saben que me incomoda desayunar con visitas- Ella es María, ocho sílabas no alcanzan para calificar su brillantez y ella lo sabe. No los he olvidado -Vaya, tardaste un año más de lo que calculé, aseguraría que te perdiste, debieron ser cuarenta y seis punto tres grados a la derecha- Él es José, un genio vanidoso y complaciente, amante de María; perfectos, uno para el otro. -Dime, acaso te guió de vuelta tu amigo imaginario ¿Cumpliste tu labor?- Filósofo 9 y sus gritos de astrehad, esas son las palabras más certeras para describirlo...
jueves, 4 de agosto de 2011
Iemanja
Levántate y retoma la cuenta de tus pasos, su origen te ha de sorprender. Quien lo sabe antes que tú, atenta a la tempestad, cantando te espera con un alucinante vestido escarlata y preguntas que torturan. El canto a la tierra, al deleite y al castigo, Iemanja hija de Pandora; habitante de la cornamenta lunar, soporta el continuo ocaso; persecución carente de sentido. Palabras que brotan en la tranquilidad agitarán los mares. Quien lo sabe antes que tú; honesta hasta en la traición, en tinta ha escrito una carta que resucita; el gran teatro debe continuar latente de metáforas delirantes de contradicción. Abierto el portal, encontrarás a tu otra mitad. Tranquila, estoy contigo en el fondo del mar.
lunes, 4 de abril de 2011
José y María
Y así fue como el más feo de los hombres mató a Dios, incluyendo a esa “D” mayúscula que se solía usar. Las palabras del expositor rayaban en lo absurdo, repetía con orgullo lo que aprendió de algún mediocre (ni Einstein podría estar más seguro de sí mismo), no me sorprendería saber que no entiende nada de lo explicó, sin embargo bien supo presumir sus mancuernillas; tan finas como una puta de la condesa, le vienen como el novel de la paz a un tal Maciel. Hace tiempo que esas conferencias carecen de peso alguno en la lista de mis méritos. Debió olvidar su pañuelo en el cubículo, pasó media hora refrescándose la garganta con su propia transpiración.
María, llena eres de gracia. Ni una palabra tendremos que pronunciar, hoy saldremos juntos y quizás, esta misma noche, después de un paseo por la ciudad del tiempo, fornicaremos en tu habitación, tu madre se acercará a la puerta y escuchará nuestros sollozos, sin embargo nunca tendrá el suficiente valor para tocar el tema. Me miraste tan fijamente que, tras el reflejo de la luz sobre tus ojos, me permitiste ceñir mis palmas sobre aquella desnuda cintura, escuchar el acelerado latido de un corazón, oler la esencia de ese perfume y saborear entre tus extremidades el... he sido lo suficientemente explícito.
Henchido de dadivosidad, mi padre siempre respeta mis decisiones y concede mis caprichos, confía que nunca podré atravesar el muro de mierda que construyó en mi cabeza, disciplina; reglas que ni siquiera distingo de mis propios pensamientos y que únicamente conseguirán fijar mi camino a la comodidad mediocre. Media hora de silencio; el cordero abrió el séptimo sello y el lobo se cogió a Caperucita. Un buen rango militar; volar a veinte veces la velocidad del sonido, quizás lo único que le admiro. Una llamada y Morelos se vuelve Habsburgo. Le pedí volar en uno de esos aviones; un año de entrenamiento como requisito.
Por formalidad presenté un examen de admisión. Dios, Krishna, Tláloc y Obama se disputan la lluvia de aquel día nublado y frío. Prueba número uno, aquella escalera llegaba al cielo, alterné; izquierda, derecha, izquierda, como aquella noche de festín con las parroquianas. No encontré la tumba del señor, en su lugar, un hombre; un metro de ancho por uno noventa de alto, con mirada fija en el vacío, su piel hacía juego con su atuendo luctuoso, San Pedro; el verdugo. Izquierda, derecha, izquierda, sobre esa superficie tambaleante. Al horizonte nadie me correspondía con la mirada. Cambié de opinión; media vuelta y ¡Oh, sorpresa! El muro de mierda es San Pedro después de una metamorfosis; ahora una sonrisa subrayaba su nariz y una de sus rodillas se había elevado hacia el cielo como en clara expresión de gloria. Un gemido involuntario acabó con las fuerzas restantes, hallé entre mis costillas una suela de textura antiderrapante, de fondo una triste canción con trompetas, al instante cien mil agujas gélidas penetraban por los poros de mi piel. Joyce y sus jesuitas precisaron bien el fuego que no alumbra. Clara es la diferencia entre volar y caer, y así como Scar mató a Mufasa, San Pedro fue mi redentor.
Como dice en aquel viejo tomo italiano “Jesucristo en realidad fue mujer y tenía unas tetas estupendas”, se jacta de saberlo sin tener mucho que comentar al respecto. Volvemos al principio: terminó la conferencia, purificada, fue el alma de Fermat, con esta infame expresión de su famoso teorema, ni Poe en su inédito cuento “El malvado Tales y su monopolio de aceitunas” podría expresar tanta maldad. De inmediato por café, camino hacia ti y te sujeto de la mano. Sin palabras damos a luz al nuevo Dios. En la ciudad del tiempo cayó el monumento a la idiosincrasia del pueblo. Todo cae, este es mi regalo. Pienso en ello mientras tensas los músculos después de un orgasmo. María, bendita eres entre todas las mujeres.
Muy tuyo, José.
martes, 7 de septiembre de 2010
Odipecia (Cuarta parte)
La verdad absoluta es que no hay verdad absoluta. Todo lo que dices es contradictorio. Todo lo que existe es contradictorio. Propones que olvide mis principios, la verdad por sobre todas las cosas ¿Recuerdas la conjetura de la primera parte de Odipecia? Es una estupidez, no puedes citar el título de esta historia. Lo lamento, ahora escucha mi propuesta, para que no te embriagues de confusión empieza por creer que la verdad varía con el tiempo, después acepta que la verdad también varía conforme a la perspectiva en el espacio y finalmente, dada la incompletitud e inconsistencia de todo sistema: La verdad que buscas incansablemente es una contradicción; has desperdiciado tu vida, ja-ja-ja.
Sólo sigo mis pies, el asfalto caliente suaviza la suela de mis zapatos, no miro atrás; la función debe continuar muy lejos de aquí.