martes, 4 de noviembre de 2008

Y al final


¿Miles? no; ¡Millones cada mañana! mi recamara es invadida por ellas, desde la más obvia hasta la más complicada, desde la más tonta hasta las más discutida; me tienen tan confundido todas estas preguntas ¡¿Cuál responder primero?! ¡No sé cómo hacerlo!... Los minutos transcurren, Einstein, Gauss, Nietzsche, Goethe y Homero aparecen siempre con una respuesta absurda, no dejan de ser simples inmortales aburridos, lo sé, vienen a burlarse de mí con sus retumbantes risas; siempre termino implorando su silencio.


Como todo joven promedio que va a la universidad con ganas de escuchar lo que sus sabios profesores traen preparado, dejo las preguntas a un lado y cuando los inmortales abandonan la recámara, ya con unas horas encima, decido levantarme para cumplir con la fastidiosa rutina. Ansioso, espero el momento para continuar la apasionante búsqueda de respuestas, siempre consultando al amigo que todo lo sabe pero lo oculta.


¡Maldita sea la hora en que me parieron como humano! hubiese preferido ser un árbol de zanahorias ¡Si! eso; ¡Un estúpido árbol de zanahorias que crece en el agua! ¡Ahh! ya siento como los pequeños pececillos de vibrantes colores mordisquean mis alargados frutos de color naranja. Debilidades humanas; lo que más aborrezco de mi despreciable ser ¡Sentimientos! como quisiera ser una piedra de sangre fría ¡Sangre helada! que no se preocupa más que por seguir siéndolo sin ser molestada. Lamentablemente... no lo soy y cada día debo enfrentarlos, no consigo el control ¡Es imposible! y Liz me lo advirtió.


El sol se esconde, mi amada afrodita disfrazada de astro me observa, desde lo alto, enamorada, mientras las musas me apaciguan en su bello regazo de deliciosos pensamientos y brillantes ideas, y yo, sujeto del sedoso lienzo de sabiduría que me conceden, doy inicio a mi trabajo.


Cuando el infinito silencio deja de escucharse escribe una señal en los juguetones laureles nocturnos, hay que descansar.


Y al final todo comienza; las preguntas, Einstein, Gauss, Nietzsche, Goethe, Homero y ¡Sus retumbantes risas! El amigo que todo lo sabe, el árbol de zanahorias, los sentimientos...