lunes, 14 de noviembre de 2011

Odipecia (Quinta parte)

-Ninguno es contemporáneo, deberían aceptar, gustosos, que el plagio de sus ideas señale una causa social disfrazada de noble causa social. Llegarán al fin y feliz serás cuando los inmortales se coman tus huesos. Mientras tanto he de regocijarme en la certeza de sus párrafos. Varios son los preceptos que diluyes con tu ligereza, insultarías a los más grandes maestros de las artes y de las ciencias. Si hoy reventara la tierra, dios no lo notaría, evaluar con la razón es sobrevaluar la vida y tú suenas tan humano como un primitivo, como un primitivo muy humano. Brindo porque nunca pierdas esa filantrópica carisma y porque al fin hemos llegado ¡Anda, tú sabes lo que hay que hacer!-

Grito mecánicamente ¡Un burbanfa define el fin del camino y vuelta! De nuevo ¡Un burbanfa define el fin del camino y vuelta! ¡Y quien relata escribe lo que digo! ¡Un burbanfa define el fin del camino y vuelta! Pero se pronuncia ¡Un burbanfa definel findel camino y vuelta! Y recuerdo al escritor que ha olvidado hablar del árbol con cara de puerta, pero él me recuerda que eso es lo siguiente que diré.

Pues sí, conozco el lugar, reconozco el burbanfa y también el árbol con cara de puerta que sonríe y saluda, y que se abre despacio para nosotros. Mi compañero no lo piensa dos veces y entra. Estoy a la expectativa frente a un árbol que sonríe como estúpido y no diviso sus alargados frutos de color naranja. Doy un paso adelante y medio hacia atrás, y nuevamente, esta es la forma que a veces describe la variedad de las verdades. Dentro, y mientras bajo las escaleras en penumbra, recuerdo mi miedo, aunque no me acongoja, estoy en un laberinto, pero no cualquiera, es mi laberinto. En el duodécimo comedor hay una reunión.

-El plan dice que es la hora del desayuno, pero la ocasión amerita una cena, saben que me incomoda desayunar con visitas- Ella es María, ocho sílabas no alcanzan para calificar su brillantez y ella lo sabe. No los he olvidado -Vaya, tardaste un año más de lo que calculé, aseguraría que te perdiste, debieron ser cuarenta y seis punto tres grados a la derecha- Él es José, un genio vanidoso y complaciente, amante de María; perfectos, uno para el otro. -Dime, acaso te guió de vuelta tu amigo imaginario ¿Cumpliste tu labor?- Filósofo 9 y sus gritos de astrehad, esas son las palabras más certeras para describirlo...

jueves, 4 de agosto de 2011

Iemanja

Levántate y retoma la cuenta de tus pasos, su origen te ha de sorprender. Quien lo sabe antes que tú, atenta a la tempestad, cantando te espera con un alucinante vestido escarlata y preguntas que torturan. El canto a la tierra, al deleite y al castigo, Iemanja hija de Pandora; habitante de la cornamenta lunar, soporta el continuo ocaso; persecución carente de sentido. Palabras que brotan en la tranquilidad agitarán los mares. Quien lo sabe antes que tú; honesta hasta en la traición, en tinta ha escrito una carta que resucita; el gran teatro debe continuar latente de metáforas delirantes de contradicción. Abierto el portal, encontrarás a tu otra mitad. Tranquila, estoy contigo en el fondo del mar.

lunes, 4 de abril de 2011

José y María

Y así fue como el más feo de los hombres mató a Dios, incluyendo a esa “D” mayúscula que se solía usar. Las palabras del expositor rayaban en lo absurdo, repetía con orgullo lo que aprendió de algún mediocre (ni Einstein podría estar más seguro de sí mismo), no me sorprendería saber que no entiende nada de lo explicó, sin embargo bien supo presumir sus mancuernillas; tan finas como una puta de la condesa, le vienen como el novel de la paz a un tal Maciel. Hace tiempo que esas conferencias carecen de peso alguno en la lista de mis méritos. Debió olvidar su pañuelo en el cubículo, pasó media hora refrescándose la garganta con su propia transpiración.

María, llena eres de gracia. Ni una palabra tendremos que pronunciar, hoy saldremos juntos y quizás, esta misma noche, después de un paseo por la ciudad del tiempo, fornicaremos en tu habitación, tu madre se acercará a la puerta y escuchará nuestros sollozos, sin embargo nunca tendrá el suficiente valor para tocar el tema. Me miraste tan fijamente que, tras el reflejo de la luz sobre tus ojos, me permitiste ceñir mis palmas sobre aquella desnuda cintura, escuchar el acelerado latido de un corazón, oler la esencia de ese perfume y saborear entre tus extremidades el... he sido lo suficientemente explícito.

Henchido de dadivosidad, mi padre siempre respeta mis decisiones y concede mis caprichos, confía que nunca podré atravesar el muro de mierda que construyó en mi cabeza, disciplina; reglas que ni siquiera distingo de mis propios pensamientos y que únicamente conseguirán fijar mi camino a la comodidad mediocre. Media hora de silencio; el cordero abrió el séptimo sello y el lobo se cogió a Caperucita. Un buen rango militar; volar a veinte veces la velocidad del sonido, quizás lo único que le admiro. Una llamada y Morelos se vuelve Habsburgo. Le pedí volar en uno de esos aviones; un año de entrenamiento como requisito.

Por formalidad presenté un examen de admisión. Dios, Krishna, Tláloc y Obama se disputan la lluvia de aquel día nublado y frío. Prueba número uno, aquella escalera llegaba al cielo, alterné; izquierda, derecha, izquierda, como aquella noche de festín con las parroquianas. No encontré la tumba del señor, en su lugar, un hombre; un metro de ancho por uno noventa de alto, con mirada fija en el vacío, su piel hacía juego con su atuendo luctuoso, San Pedro; el verdugo. Izquierda, derecha, izquierda, sobre esa superficie tambaleante. Al horizonte nadie me correspondía con la mirada. Cambié de opinión; media vuelta y ¡Oh, sorpresa! El muro de mierda es San Pedro después de una metamorfosis; ahora una sonrisa subrayaba su nariz y una de sus rodillas se había elevado hacia el cielo como en clara expresión de gloria. Un gemido involuntario acabó con las fuerzas restantes, hallé entre mis costillas una suela de textura antiderrapante, de fondo una triste canción con trompetas, al instante cien mil agujas gélidas penetraban por los poros de mi piel. Joyce y sus jesuitas precisaron bien el fuego que no alumbra. Clara es la diferencia entre volar y caer, y así como Scar mató a Mufasa, San Pedro fue mi redentor.

Como dice en aquel viejo tomo italiano “Jesucristo en realidad fue mujer y tenía unas tetas estupendas”, se jacta de saberlo sin tener mucho que comentar al respecto. Volvemos al principio: terminó la conferencia, purificada, fue el alma de Fermat, con esta infame expresión de su famoso teorema, ni Poe en su inédito cuento “El malvado Tales y su monopolio de aceitunas” podría expresar tanta maldad. De inmediato por café, camino hacia ti y te sujeto de la mano. Sin palabras damos a luz al nuevo Dios. En la ciudad del tiempo cayó el monumento a la idiosincrasia del pueblo. Todo cae, este es mi regalo. Pienso en ello mientras tensas los músculos después de un orgasmo. María, bendita eres entre todas las mujeres.

Muy tuyo, José.