-Ninguno es contemporáneo, deberían aceptar, gustosos, que el plagio de sus ideas señale una causa social disfrazada de noble causa social. Llegarán al fin y feliz serás cuando los inmortales se coman tus huesos. Mientras tanto he de regocijarme en la certeza de sus párrafos. Varios son los preceptos que diluyes con tu ligereza, insultarías a los más grandes maestros de las artes y de las ciencias. Si hoy reventara la tierra, dios no lo notaría, evaluar con la razón es sobrevaluar la vida y tú suenas tan humano como un primitivo, como un primitivo muy humano. Brindo porque nunca pierdas esa filantrópica carisma y porque al fin hemos llegado ¡Anda, tú sabes lo que hay que hacer!-
Grito mecánicamente ¡Un burbanfa define el fin del camino y vuelta! De nuevo ¡Un burbanfa define el fin del camino y vuelta! ¡Y quien relata escribe lo que digo! ¡Un burbanfa define el fin del camino y vuelta! Pero se pronuncia ¡Un burbanfa definel findel camino y vuelta! Y recuerdo al escritor que ha olvidado hablar del árbol con cara de puerta, pero él me recuerda que eso es lo siguiente que diré.
Pues sí, conozco el lugar, reconozco el burbanfa y también el árbol con cara de puerta que sonríe y saluda, y que se abre despacio para nosotros. Mi compañero no lo piensa dos veces y entra. Estoy a la expectativa frente a un árbol que sonríe como estúpido y no diviso sus alargados frutos de color naranja. Doy un paso adelante y medio hacia atrás, y nuevamente, esta es la forma que a veces describe la variedad de las verdades. Dentro, y mientras bajo las escaleras en penumbra, recuerdo mi miedo, aunque no me acongoja, estoy en un laberinto, pero no cualquiera, es mi laberinto. En el duodécimo comedor hay una reunión.
-El plan dice que es la hora del desayuno, pero la ocasión amerita una cena, saben que me incomoda desayunar con visitas- Ella es María, ocho sílabas no alcanzan para calificar su brillantez y ella lo sabe. No los he olvidado -Vaya, tardaste un año más de lo que calculé, aseguraría que te perdiste, debieron ser cuarenta y seis punto tres grados a la derecha- Él es José, un genio vanidoso y complaciente, amante de María; perfectos, uno para el otro. -Dime, acaso te guió de vuelta tu amigo imaginario ¿Cumpliste tu labor?- Filósofo 9 y sus gritos de astrehad, esas son las palabras más certeras para describirlo...
Grito mecánicamente ¡Un burbanfa define el fin del camino y vuelta! De nuevo ¡Un burbanfa define el fin del camino y vuelta! ¡Y quien relata escribe lo que digo! ¡Un burbanfa define el fin del camino y vuelta! Pero se pronuncia ¡Un burbanfa definel findel camino y vuelta! Y recuerdo al escritor que ha olvidado hablar del árbol con cara de puerta, pero él me recuerda que eso es lo siguiente que diré.
Pues sí, conozco el lugar, reconozco el burbanfa y también el árbol con cara de puerta que sonríe y saluda, y que se abre despacio para nosotros. Mi compañero no lo piensa dos veces y entra. Estoy a la expectativa frente a un árbol que sonríe como estúpido y no diviso sus alargados frutos de color naranja. Doy un paso adelante y medio hacia atrás, y nuevamente, esta es la forma que a veces describe la variedad de las verdades. Dentro, y mientras bajo las escaleras en penumbra, recuerdo mi miedo, aunque no me acongoja, estoy en un laberinto, pero no cualquiera, es mi laberinto. En el duodécimo comedor hay una reunión.
-El plan dice que es la hora del desayuno, pero la ocasión amerita una cena, saben que me incomoda desayunar con visitas- Ella es María, ocho sílabas no alcanzan para calificar su brillantez y ella lo sabe. No los he olvidado -Vaya, tardaste un año más de lo que calculé, aseguraría que te perdiste, debieron ser cuarenta y seis punto tres grados a la derecha- Él es José, un genio vanidoso y complaciente, amante de María; perfectos, uno para el otro. -Dime, acaso te guió de vuelta tu amigo imaginario ¿Cumpliste tu labor?- Filósofo 9 y sus gritos de astrehad, esas son las palabras más certeras para describirlo...