miércoles, 26 de diciembre de 2012

María y José

Sí niña, lo decidiste, cantaste la dichosa canción de la despedida, que buena broma. Te vigilaré ici et là. Por ahora huele a rencor, pero si eres inteligente volarás y quizá danzarás. Por ahora huele a yugo, pero no preferirías haber sido ultrajada. Sí tiene sentido esta impresión de bribabira. Aún así, hasta la más guapa se tira pedos en el elevador y ahora no quiero decirte a qué huele. Es un laberinto fortuito, hay premios en cada sala, pero la salida está cubierta por una especie de tortuosidad caminante. Alguien tenía un caracol llamado Leopoldo que aplasté y me fui corriendo. De nuevo la impresión de bribabira es confusa, pero al final recobra el sentido y volvemos a escuchar a Penélope, a Iemanja, a Margo. Den vuelta al esquema; que si debes sentarte con las piernas cerradas, que si la espalda recta y sin que se mueva el libro, y las cucharadas pequeñas y nada de mirar a otros lados.

Pero el libro siempre cae, no lo cierres, no lo cierres. Profesora, unas niñas se metían el lápiz, llaman a sus papás y las castigan por putas. Era el diablo que las corrompía, no, fue ella, sáquenla de la escuela. En estos tiempo todo es impersonal, papá, mamá: me echaron de la escuela. A tu cuarto y no salgas. Lo intentaron; no pudieron tener más hijos. Educación en casa, Mamá, me duele el pecho por la tos, qué me tomo. Uno más paciente que otra. Aprendes algunas curiosidades en casa, inútiles por falta de práctica. Las otras niñas no debían juntarse conmigo por que era el diablo. Olvida cómo hablar. Ou revoir idiota; adiós Madre, voy a la escuela.

La madre se rompió la madre, está bien escrito, pero solo por un tiempo. Dentro de casa el mundo es pequeño, la hora de comer es a las dos y media en punto, pero fuera de casa no. Allá hay muñequillos de felpa y nada se rompe, porque todo es chatarra. A mediados de siglo la estética popular recae en los obtuso del desorden. El caos formado por cumplir cualquier regla se abastece con la gente sobreviviendo, pero nadie baila.

De pronto algo que brilla se muestra, atrapo un pequeño paracaídas, un león perdió sus dientes. Compartimos una historia que no tiene discursos. Es curioso que cuando se decide seguir el juego algo se derrumbe, entonces deja de ser juego. Bellas manos en acción; hoy fabrican figuritas de plastilina. Aunque no seas el padre de dios, tendrás que obligarlo a manifestarse. Con sangre coagulada vamos a construir un altar, con cabellos quemados y un vientre llevaremos a cabo la purificación la ciudad del tiempo. Nadie ha dicho que debería ser de otra manera. No me sueltes, que caeré al pozo y necesitaré compañía, y mientras peor parezca, un mayor bien te espera.

María