-Me exaspera tu impaciencia, agradecería tu silencio.
Callo inconforme, ahora estoy aquí, no tengo opción más que seguirlo.
En la estación observo un restaurante que me despierta el apetito, propongo a mi compañero tomar una merienda, acepta y buscamos un lugar. Al instante el mesero trae un platillo, nunca tomó la orden, no me quejo; era lo que pediría. Intuyo que he estado en este lugar, un aroma familiar proviene de la mesa, de este asiento y de los encargados con sus atuendos de color blanco.
El último grano de arroz se muestra irresistible en mi plato, intento ensartarlo con el tenedor pero no lo consigo, únicamente lo parto a la mitad, me consterno y no vislumbro una solución; no quiero tomarlo con mis dedos.
-Bien, es hora de retirarnos.
Busco en mis bolsillos, en mi mochila, no encuentro algo de valor. Recuerdo el grano de arroz y nuevamente me consterna su existencia, lo tomaré con la lengua. El tren está cerca, en pocos segundos se estaciona, levanto mis pertenencias y corro en dirección a él. A lo lejos escucho: ¡Vuelve pronto! No me importa.
Dentro del Sónico, en veinte minutos llegamos a nuestro destino, pierdo noción del espacio-tiempo, pues ahora es de noche. No imagino qué tanta ha sido la distancia que recorrimos.
-Camina deprisa, va a empezar, nos perderemos la mejor parte, corre, es por aquí.
Un edificio en ruinas, vidrios rotos y piedras crujen bajo mis pasos. Un letrero iluminado llama mi atención:
domingo, 16 de mayo de 2010
Odipecia (Segunda parte)
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3 comentarios:
Odipecia, odipecia...
magnífica odipecia....
una merienda larga te espera,
buscala, que el arroz puede reaparecer y agobiar de nuevo tu vil existencia...
excelente... otra de estas leida de corrido con la 3 y seguro tengo sueños lububres
¡¡¡ Vuelve pronto !!!
Te extraño ....
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